Mi amiga Patricia tiene tres gatos.
Bueno, voy a rehacer esta afirmación. Mi amiga Patricia tiene 3 gatos que viven habitualmente con ella, además de todos los gatos de la urbanización que descaradamente entran en su cocina para comer.
A su primera gata , Yoda, se la encontró hace 5 años junto a 2 de sus hermanos cerca de los contenedores de la basura en un charco de agua. Como era la hora de irse a trabajar no pudo coger a ninguno de ellos. Además tampoco les prestó demasiada atención ya que ya tenía un gran pastor alemán llamado Alisio al que no le haría demasiada gracia la presencia de un gatito.
Por la tarde cuando volvió a casa solo uno de los gatitos seguía junto a los contenedores y Patricia decidió rescatar a esta tigrita de ojos verdes. Yoda era demasiado pequeña, estaba enferma y necesitaba una madre, y lo más parecido que pudo encontrar fue el calor de Alisio, que la adoptó como si fuese su propia hija. Desde que Alisio murió hace ahora casi un año, Yoda no ha vuelto a pasar la noches en casa….
Dos años después de la llegada de Yoda, una amiga de Patricia le regaló a Siam, un hermoso gato siamés, al que le encanta estar en casa y esperar a que Patricia llegue del trabajo. Nunca ha llegado a llevarse bien del todo con Yoda, pero se soportan y conviven .
Por último, Patricia ha decidido quedarse con uno de los gatitos que aparecieron en su jardín hace ahora dos meses. Es decir que Patricia y yo no solo somos amigas, sino que ahora estamos emparentadas, puesto que mi gatita Flicka es la madre de Mau, el gatito negro de la foto. Para Mau no ha sido nada traumático quedarse solo en casa sin su madre. Ahora tiene a Patricia, su nueva madre, que le hace mimos y cariños .
Pero retomo la frase con la que inicié esta historia, Además de estos tres gatos la casa de Patri es visitada diariamente por otros congéneres gatunos que campan libremente por su casa, e incluso tienen la desfachatez de dormir en los sillones ante la incrédula mirada del pobre Siam. Estos felinos entran por la gatera que está situada en la parte delantera de la casa y que tiene acceso directo a la cocina donde hay agua fresca y una variedad de alimentos que es digna del mejor gourmet.
Patricia ha llegado a entrar en su cocina y encontrar los gatos del vecindario que han seguido comiendo sin inmutarse, lo que ha hecho que Patri diga de su propia casa “C’est un bordel” (creo que esta expresión no necesita traducción). Son tan frecuentes las visitas, que cuando Patricia se quiere referir a estos gatos visitantes, les tiene que poner un nombre. Los más asiduos son Dickerchen (Gordito), Tiger (Tigrito), Rot (Rojo), y últimamente un siamés (que todavía no tiene nombre), y que es bienvenido ya que el único que tiene tiempo y ganas de jugar con la pequeña Mau.
Estos gatos son muy agradecidos, (especialmente Dickerchen) y le traen a casa diversos obsequios, tales como agonizantes bebés de conejo, gorriones desplumados, ratones medio masticados y lagartijas. Estos son unos regalos realmente excepcionales y muy agradables con los cuales encontrarse por las mañanas cuando uno baja al salón. Pero la verdadera prueba de amor es cuando le llevan estos valiosos regalos a la habitación, el medio de la noche y se los dejan a los pies de la cama. Que mayor prueba de aprecio es el agradecerle a Patricia, de esta manera, el agua fresca y la comida que siempre les deja en la cocina, que obsequiarla con estas excelentes presas traídas con la máxima delicadeza. Patricia, que comprende muy bien a los gatos, felicita cariñosamente al gatuno correspondiente, y haciendo de tripas corazón, hace desaparecer el “regalito” disimuladamente, ya que sería totalmente injusto , decepcionante y frustrante desde el punto de vista gatuno, el recibir un castigo por traer unos excelentes trofeos de caza de los cuales se sienten muy orgullosos.
Muchas gracias, Bea. Casi estaba llorando con el último párafo… Lo que me sorprende que nadie ha hecho ningún comentario… con tantos amantes de gatos por allí… :-) Muchos besos. Tita Patri
Hola Tita Patri…. me imagino que llorarías de risa!!!!!!! Flicka espera que la vengas a visitar uno de estos días!!!! Besitos
Hola Bea!! Me he reido muchísimo con la historia de los gatos de tu amiga Patricia sobre todo con la frase “descaradamente entran en su cocina para comer”, a mi madre le pasa algo parecido, no tiene ningun gato propio, hace muchos años teníamos uno llamado Pitus, lo queríamos con locura. Pero un día, se escapó a la carretera…
Desde entonces, nunca quiso tener ningun otro, pero como su casa tiene un jardín trasero, que limita con campos de labranza, siempre aparecen gatos por allí. En estos momentos, tiene ocho okupas, que le rompen las plantas y le traen “regalitos”. A mi me parte de risa cuando llego a casa y la oigo discutir con ellos.
Muchos besitos para tí!!!
Cómo me ha gustado esta historia…me he emocionado mucho.
Besos,
Tu A. I.
Querida AI…. que alegría saber de tí…….!!!!! me alegra que te haya emocionado la historia de los gatitos de Patri. Muchos besos. Bea
Hola, Bea.
Hoy he descubierto tu blog a través de Mundorecetas y, a pesar de la resaca y el mal cuerpo “post-fin de año”, aquí me tienes enganchada a las recetas… pero,sobre todo a tus relatos “gatunos”. Yo siempre he tenido gatos, unos más domésticos que otros, unos más cariñosos que otros, unos que se llevaban bien con mis perros y otros que no… me encantan los gatos¡¡¡¡
El actual se llama “poruc”(“miedoso” en catalán). Hace 4 años que vive con nosotros y sólo mi hija de 9 años ha conseguido tocarlo tímidamente. Viven en casa (es libre y sale cuando quiere), nos reconoce como su familia pero no hay manera de acariciar al “condenao”. En fin, es lo que me gusta de los gatos… ellos eligen como quieren que sea la relación.
M. José
Cómo son los gatos, creo que es su indiferencia la que hace que sean tan especiales…pobrecito “poruc” ¿que le habrá hecho ser tan miedoso?.. serán los genes.. Mi gata Chucky también es muy miedosa, por todo se asusta, y eso que la tengo desde que era un bebé.. En fin… gracias por tu visita y espero volver a verte por aquí, cuando quieras, estás en tu casa. Muchos besos. Bea
Negros he tenido varios. Y un atigrado.